Carlos Peña Aguilera, Presidente de Agraft (24-04-13)
Ahora que tanto se habla de esta fórmula de presión por razones bastante dramáticas e injustas como las que esta crisis ha destapado, y estando el tema del ferrocarril eternamente presente en las portadas de los medios informativos locales, no está de más recordar un acontecimiento que supuso un camino a seguir en la defensa de los intereses ferroviarios granadinos, aunque el paso del tiempo no ha hecho sino afianzar un largo y lento desmantelamiento que ya por entonces se empezaba a gestar.
Corría el año 1987, Granada no se había recuperado aún del mazazo del cierre de la línea Guadix-Almendricos y la línea a Bobadilla había sido salvada in extremis por la Junta de Andalucía a primeros de 1985. La modernización del ferrocarril recogida en el Plan de Transporte Ferroviario (PTF) no traía nuevas inversiones para Granada sino un listado con nombres y apellidos de 189 ferroviarios sobrantes en la provincia. A la Asamblea de trabajadores convocada por el comité de empresa de Renfe en Granada llegó la información que al día siguiente el Presidente de Renfe, D. Julián García Valverde, vendría a Granada en el lujoso coche break acoplado al expreso de Madrid para pasar el fin de semana esquiando en Sierra Nevada. De modo espontáneo la Asamblea decidió esperar en el andén la llegada del Presidente para mostrarle su malestar.
Al día siguiente, casi un centenar de personas entre empleados y familiares esperaban a primera hora de la mañana la entrada del expreso procedente de Madrid. Había una pancarta en la que se leía “Tú a esquiar, nosotros a mendigar”. La reacción del Presidente y su comitiva, compuesta de más de veinte personas, entre ellas, el hijo de Alfonso Guerra, un niño por entonces, no se hizo esperar: estuvieron casi una hora apostados en el lujoso coche presidencial recibiendo toda clase de protestas y consignas en contra del desmantelamiento del ferrocarril en Granada y sopesando si bajar o no. Cuando el séquito se decidió finalmente a bajar, el trayecto desde el andén hasta la salida de la estación se les hizo interminable, viviéndose momentos de tensión al estar los ánimos de los ferroviarios granadinos bastante caldeados, aunque sin llegar a mayores. A lo largo de ese día, directivos de Renfe intentaron sin éxito nombres y apellidos de los trabajadores participantes en el acto de protesta, como muestra de unidad de toda la plantilla de Renfe en Granada. Durante las 48 horas siguientes, los dirigentes sindicales ferroviarios Diego Melero Galindo (UGT) y Antonio Domínguez Hormigos (CCOO) estuvieron despedidos.
Meses después, una nueva visita del Sr. García Valverde a Granada suscitó una frase que aún sigue pesando como una losa sobre las aspiraciones ferroviarias granadinas. Durante una entrevista informal entre el gerente de la estación, un agente comercial y el Presidente de Renfe, al referirle los temores de perder una grúa portacontenedores, éste dijo: “Tengo que dejar Granada como un apeadero.”
Desde entonces, la profética frase se ha ido poco a poco cumpliendo aunque también hay que decir que no se produjo ningún traslado, debido a la presión y a la negociación sindical.
A día de hoy, y casi treinta años después el balance sigue siendo negativo: la sociedad granadina con sus políticos al frente han dado la espalda al tren de siempre, confiando en que el ave arregle la situación. Pero el ave, insostenible económicamente, ha encontrado en la crisis un maravilloso aliado para no llegar a destino, y la situación actual del tren en Andalucía Oriental es crítica, amenazada de nuevos recortes en unos servicios ferroviarios planificados para espantar a los usuarios y una estructura de decisiones alejada y ajena a las necesidades de los granadinos.
Se hace necesaria una movilización de la sociedad granadina a favor del ferrocarril y de su utilidad para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y como elemento dinamizador de la economía provincial. Recordar el espíritu de aquella acción valiente y comprometida nos pone en la senda de la acción, hay que luchar por el tren en nuestra provincia. Nos quedamos sin ferrocarril en los pueblos, sin trenes de viajeros ni de mercancías, sin estación y sin ave. Es hora de moverse, de reclamar nuevos y mejores servicios y de poner en valor lo que ya se tiene. Es hora de la acción ciudadana.
1 Comment
Francisco Martín Sánchez
Muy oportuno el comentario, recordando como los que ahora se quejan han obrado con impunidad contra la ciudadanía y los trabajadores mientras ellos iban a cuerpo de rey (pagábamos nosotros)
Saludos desde Huércal-Overa.