Septiembre de 2009

Carlos Peña Aguilera
Presidente de la Asociación Granadina de Amigos del Ferrocarril y el Tranvía (Agraft)

Cada año nos coge a los granadinos menos de sopetón la Semana Europea de Movilidad, ya que los medios de comunicación se hacen eco de las propuestas e iniciativas institucionales y ciudadanas en este sentido. No obstante, los granadinos no hacen ningún esfuerzo adicional que contribuya a una mejora de la movilidad y la sostenibilidad de los desplazamientos, salvo acudir como viene siendo habitual a la clásica Marcha en Bici Vía Libre al Tranvía, verdadero acto estrella desde el punto de vista cívico, reivindicativo y conceptualmente útil. ¿A ver quién se juega el tipo con una bici en una ciudad tan agresiva y que tan poquito ha hecho por facilitar el uso de este medio? ¿O quién se pone en manos del transporte público urbano e interurbano para llegar en punto al trabajo, tal y como ha quedado configurada la Granada urbana y periurbana?

Las instituciones competentes deberían tomar nota de la lección de ciudadanía que les brinda cada año esta marcha que tuvo su origen en la reivindicación de la vuelta del tranvía al entorno granadino tras 70 años de servicio ininterrumpido y que sucumbió ante el pulso del lobby de la combustión interna. 35 años después de su desaparición, aquí está el resultado: un hormiguero de casi 500.000 individuos motorizados y en el que cada hormiga lleva grabado en su genética el uso sin límite del vehículo privado. A eso nos han obligado y nos creemos con el derecho de dar prioridad absoluta a este modo de transporte sobre todos los demás.

Y aunque las administraciones competentes sí tuvieron a bien la reimplantación del tranvía, lo liaron todo al querer convertirlo en un metro. Unos por sí, por comparación y por aspirar a ser la primera ciudad de doscientas y pico mil almas en el mundo en tener metro. Y otros por llamar comercialmente al tranvía Metropolitano de Granada. El resultado final un híbrido fruto del confrenso (primero confrontación y luego consenso) político, que no obedece a las mejores ni a las más coherentes soluciones técnicas, que yo daría en llamar tranvía a la carta.

Este tranvía, a riesgo de pillarme los dedos con tanto concepto moderno, creo que recoge la esencia del proyecto y es lo más acertado, va a nacer con un importante lastre: la hostilidad y resistencia de la ciudadanía a acogerlo porque no satisface sus expectativas ni sus necesidades, fiel reflejo de las diferencias mantenidas por Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Granada.

Se suponía y así se dijo en su momento que la línea 1 sería el germen de una red de transporte público que ofrecería una adecuada respuesta a las necesidades de movilidad del área de Granada. De esto apenas se ha hablado, y este es el debate que hay que iniciar, consensuar y plasmar en un documento marco que se llame Plan de Transporte Metropolitano, esto es cómo conjugar líneas de tranvías, autobuses, trenes de cercanías, carriles bici, puntos de alquiler de bicicletas, aparcamientos disuasorios, sistema tarifario integrado e incentivos para convencer al ciudadano que hay mejores alternativas al coche o que el coche es una opción más que tiene importantes desventajas frente al transporte público. El debate real es este y no el paso del tranvía por la Avenida de América y Andrés Segovia de una manera o de otra, con todo lo que ha conllevado, entre ellas la dimisión del director del proyecto del Metropolitano de Granada D. Francisco Espinosa por no estar de acuerdo en cambiar algo que ya se había consensuado previamente, el cual había hecho una buena labor informando y respondiendo a las inquietudes de las entidades ciudadanas.

Para finalizar dos datos para la reflexión: Granada es la tercera ciudad de España en densidad de vehículos por cada 1000 habitantes  y el Área de Granada es la mayor del Estado que no dispone de una red de cercanías ferroviarias y la que más crece en términos relativos respecto de la ciudad. ¿Exigimos soluciones ya o seguimos con rabia agarrados al volante de nuestro coche sabiendo lo que cada día nos espera?